Compartimos el artículo «Atender las necesidades sociales» publicado hoy en Página12, en el marco de un DEBATE: LA CIENCIA Y LA TECNOLOGIA EN POS DE UN DESARROLLO NACIONAL. Los autores son docentes del Posgrado en Innovación y Transferencia para el Desarrollo de FEDUBA en FSOC.
Atender necesidades sociales
Por Ariel Gordon * y Cecilia Sleiman **
La innovación ha estado históricamente asociada a cambios tecnológicos y a la organización social de la producción que impactan sobre las capacidades de las empresas individuales y de la economía en su conjunto. Así entendida, la innovación puede suponer una mejora de los procesos que aumentan la productividad (producir un bien o servicio de manera más eficiente, con menores recursos) o la creación de productos nuevos, generando mercados antes inexistentes. Sin embargo, en el último tiempo se ha ampliado el concepto de innovación para dar cuenta también de los impactos sobre las capacidades para dar respuesta a las necesidades sociales. El concepto de innovación social da cuenta de estos cambios.
Pero el asunto es más complejo, porque se utiliza para referirse a fenómenos sociales distintos, tales como la capacidad de responder a demandas sociales de manera novedosa, de fortalecer o crear nuevos vínculos, como así también para la orientación social de la creación y el uso de la tecnología. Esto es, la creación de tecnología para atender demandas sociales concretas (desde pantallas táctiles para personas ciegas, hasta máquinas agrícolas de pequeña escala para la agricultura familiar) antes que para mejorar la productividad o la competitividad de las empresas.
El término innovación social dialoga con otros enfoques que amplían más aún el campo, tales como la innovación inclusiva, innovación abierta, innovaciones de base, tecnologías sociales, entre otros. Estos conceptos refieren a innovaciones que son de carácter social tanto en sus fines como en sus medios, porque no sólo satisfacen una demanda sino que también empoderan a los actores sociales en el mismo acto, otorgando mayor autonomía y creando nuevas capacidades en la sociedad.
Las altas tasas de desigualdad en el mundo, las crisis económicas y financieras en los países centrales, y los desafíos y deudas pendientes de las economías en desarrollo revelan la necesidad de impulsar nuevos abordajes que respondan a las demandas de la sociedad y promuevan el empoderamiento social. Las políticas públicas de innovación social aparecen como una alternativa potente para responder a estos desafíos. Existen en Argentina experiencias de apoyo al desarrollo de las tecnologías para la inclusión social, tanto desde las políticas públicas (por ejemplo, el Programa Nacional de Tecnología e Innovación Social del Ministerio de Ciencia), como desde organizaciones de la sociedad civil (por ejemplo, la RedTISA). Se trata de impulsos valiosos de apoyo a proyectos de pequeña escala en temas amplios y diversos como la economía social, la agricultura familiar, la inclusión de personas con discapacidad y el hábitat. Estas iniciativas son posibles gracias al trabajo con organizaciones sociales y de productores, que permiten construir los vínculos que logran generar un impacto y las vuelvan perdurables en el tiempo.
El desafío para el escalamiento de estos proyectos reside en el carácter específico de este tipo de experiencias. ¿Cómo llevar un potabilizador solar de agua a más comunidades y lograr que incorporen un agua libre de arsénico para consumo y producción? ¿Cómo transportar una tecnología de construcción de viviendas en madera a una zona con una variedad forestal diferente y otros actores participantes? No se trata sólo del desafío tecnológico, sino fundamentalmente de la red de relaciones sociales que las sustentan y permiten la réplica o escalamiento. Si bien es necesario saber cuál es el núcleo que se quiere replicar, se debe tener en cuenta también el nivel de participación de la comunidad, el Estado, las organizaciones sociales, la estrategia de gestión de los recursos, el acompañamiento, el monitoreo y, muy importante, cuáles son los cambios esperados en las políticas públicas –en sus diferentes niveles– para lograr el impacto esperado.
No es una cuestión que atañe únicamente a las áreas de Ciencia y Tecnología, sino que requiere de un entramado mayor de compromisos que den impulso a este tipo de transformaciones. Parafraseando la clásica expresión de Amílcar Herrera acerca de las políticas explícitas e implícitas en ciencia y tecnología (para referirse a las políticas específicas de ciencia y tecnología en el primer caso, y a las políticas económicas, educativas, industriales, sociales, en el segundo), se trata, en América latina, de pasar de las políticas explícitas en innovación social a las políticas implícitas. Es necesario potenciar la articulación de las políticas llevadas adelante desde diferentes áreas del Estado, tales como ciencia y tecnología, salud, educación, desarrollo social, agricultura e industria, así como también desde empresas que brindan servicios públicos, como telefonía o energía, para así diseñar e implementar acciones conjuntas que incorporen el enfoque de innovación social. Al igual que la innovación empresarial que tiene un componente tecnológico –aunque no se reduce a ello—, la innovación social también lo requiere, pero además es fundamental profundizar la articulación entre las políticas públicas de todas las áreas para asegurar el efectivo ejercicio de los derechos y lograr un mayor bienestar del conjunto de la sociedad.
* Licenciado en Ciencia Política (UBA). Docente Universidad Nacional de Quilmes.
** Licenciado en Ciencia Política (UBA).
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