FEDUBA dialogó con Ana Castellani, Doctora en Ciencias Sociales, por la Universidad de Buenos Aires; Magister en Sociología Económica, por la Universidad Nacional de Gral. San Martín.
FEDUBA: ¿Cómo evalúa la intervención estatal actual en Latinoamérica?
Ana Castellani: Yo la celebro porque después de una década de proyectos de neoliberales, de reformas estructurales, de retirada, entre comillas, del Estado -porque en realidad el Estado continuó interviniendo y mucho pero a favor del capital más que del trabajo-; me parece que ahora lo esté haciendo con otra orientación es altamente laudatorio.
F: ¿Qué medidas deberían tomarse para fomentar el desarrollo industrial en Latinoamérica?
AC: Cada país de Latinoamérica arranca de un piso de industrialización muy distinto, entonces no es lo mismo la situación de Brasil (que ya arrastra un aparato industrial consolidado durante décadas, con defectos, con desintegraciones pero que lo tiene en mayor cuantía y complejidad) que Argentina (que lo tuvo, lo desintegró y después lo empieza a tratar de reconstruir); o países como Chile, Bolivia o Venezuela, o el mismo Perú, que no tienen un entramado industrial comparable. Creo que el gran problema de todos estos países sigue siendo el hecho de depender de la producción primaria en un contexto en donde los precios de los bienes primarios están en alza, y es muy difícil salir de la tentación de seguir apostando exclusivamente a esa ventaja comparativa que circunstancialmente tenemos. Pero sí creo que hay que hacer intervenciones para desarrollar áreas estratégicas. Y para desarrollar la industria, lo primero que hay que tener es el control de la matriz energética y, en ese sentido, la mayoría de lo países de la región que tienen petróleo han conservado las petroleras en manos del Estado. Argentina recientemente la acaba de recuperar, después de haberla tenido 20 años privatizada, y me parece que esa es una de las grandes medidas. El otro gran desafío es lograr que el ahorro interno, el ahorro generado internamente como producto de la acumulación de capital, se convierta efectivamente en acumulación ese excedente y no en activos financieros en el exterior.
F: ¿Por qué es importante que el Estado intervenga en el mercado de divisas tal como sucede en la actualidad?
AC: Es fundamental, precisamente, para evitar que el excedente que se genera en la actividad productiva doméstica se convierta en un activo financiero externo que genera perjuicios sobre la economía real, en tanto no se reinvierte para ampliar el aparato productivo, y además genera efectos negativos sobre el balance de pagos. Es por eso que se empezaron a aplicar los controles porque cuando, efectivamente, genera un cuello de botella en el sector externo o una amenaza de cuello de botella en el sector externo, es cuando se aplican las restricciones. No es solamente la opción por convertir tu excedente en activo financiero en vez de en activo productivo, sino que el activo financiero lo querés dolarizar y, en ese sentido, el Estado tiene que garantizarte las divisas a determinado tipo de cambio. Entonces, o movés el tipo de cambio y hacés una gran devaluación con el perjuicio que eso tiene para la clase trabajadora -que es la apuesta que tienen los jugadores de divisas- o aplicás controles para evitar la compra de dólares para atesoramiento.
F: ¿Qué papel considera que está jugando la Universidad en el proceso político actual?
AC: Yo creo que por primera vez hay una coordinación entre las distintas universidades públicas a través del Consejo Interuniversitario, donde la UBA tiene un peso muy grande (hay aproximadamente unos 350 mil alumnos; es más grande que muchas ciudades importantes de la Argentina). Veo que hay una gran articulación entre las universidades y, a su vez, entre las universidades y el sector público donde, por primera vez, hay canales de diálogos más fluidos, e incluso está la posibilidad de articularse en la provisión de servicios de consultoría, o de distinta índole, donde las universidades podemos aportar muchísimo a la mejora de la gestión.
Entrevista realizada por Alelí Jait para FEDUBA.