FEDUBA junto con la Facultad de Ciencias Sociales UBA y CLACSO lleva adelante el Programa de Actualización en Docencia Universitaria (PADOC) a través del cual brinda una serie de herramientas para la práctica pedagógica en educación superior.
Pablo Molina, uno de los directores del PADOC, es también quien dicta el primer módulo del seminario “Universidad, Estado y Sociedad: el problema de la igualdad y la educación superior”
En este trayecto pedagógico, el Dr. Molina aborda las desigualdades educativas y cómo ellas tienen influencia en la enseñanza en la educación superior.
La problemática de la desigualdad educativa se centra en tres dimensiones que atravesaron -y atraviesan- a América Latina durante los últimos 200 años de su historia. Para ello hay que distinguir entre desigualdad, falta de equidad y falta de igualdad formal.
La falta de igualdad formal refiere a que existan normativas o leyes que ataquen a algún grupo o colectivo en particular. Ese no es el caso de la educación superior en América Latina en este momento, si lo fue a lo largo de la historia cuando hemos encontrado prohibiciones para que mujeres, criollos o miembros de determinadas etnias u orígenes sociales puedan acceder a la universidad.
Por falta de equidad nos referimos a que exista en el trayecto pedagógico y en la organización institucional elementos que conspiren contra la igualdad de oportunidades. Cuando hablamos de equidad vamos a estar centrándonos en el plano de las políticas educativas, tanto a nivel institucional como a nivel estatal.
En cambio, las desigualdades sociales tienen que ver con aquellos factores que de algún modo pueden influenciar en diferencia de resultados académicos o en la diferencia de los recorridos académicos. Estos factores, a diferencia de la falta de equidad, se originan en forma relativamente analítica fuera del ámbito educativo.
Un ejemplo, dentro de algún estudio, podría ser la variable sexo; si consideramos el sexo desde el punto de vista de una falta de equidad tendríamos entonces que encontrar qué aspectos de la educación y del diseño curricular conspiran contra la diferencia de géneros. Un posible caso sería la ausencia de guarderías para docentes, sabiendo que hay una desigualdad social de género que hace que el mayor peso de las tareas de crianza recaiga sobre las mujeres. Esto es una desigualdad social, que cuando es traspasada al ámbito institucional se convierte en una falta de equidad porque las oportunidades de carrera académica o incluso del ejercicio diario de la docencia no se pueden equilibrar porque no se tiene en cuenta esta desigualdad social de origen.
Esta distinción entre la falta de equidad y la desigualdad social es importante para el abordaje analítico. La falta de equidad tiene que ver con cuales son los diseños institucionales que trabajarían sobre las desigualdades sociales, mientras que la desigualdad social se ubica por fuera y se puede separar analíticamente.
En la historia reciente de América Latina tenemos una confrontación entre dos grandes elites en relación a dos modelos posibles de sociedades: una sociedad neoliberal excluyente por un lado, y un proyecto más de desarrollo inclusivo que se le opondría.
En relación al rol de la universidad, que está desdibujado, esto se traduce en preguntarnos para que se forman los profesionales técnicos superiores: para un proyecto de desarrollo o para conformar elites profesionales. Esta diferencia es central para abordar como se manifiestan las desigualdades sociales en los diferentes estratos.
MIRÁ EL VIDEO COMPLETO AQUÍ:
El PADOC es una propuesta, que se cursa bajo la modalidad virtual, destinada a brindar recursos didácticos y pedagógicos de aplicación en nuestra práctica docente. Más información en: https://www.feduba.org.ar/2019/10/16/posgrados-en-docencia-universitaria-de-feduba/