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Política de memoria en tiempos de pandemia

El miércoles 1 de diciembre se desarrolló el cierre académico del segundo cuatrimestre 2021 de la materia Genocidio y Memoria de la Facultad de Derecho de la UBA. De la actividad participaron Iris Pereyra de Avellaneda (Liga Argentina por los Derechos Humanos) y Susana Reyes (Sobreviviente del CCDTyE El Vesubio y Directora del Centro Educativo Isauro Arancibia) con la moderación de Patricio Brodsky, profesor a cargo de la materia.

Brodsky inauguró la mesa redonda agradeciendo a las participantes y destacando las transformaciones en las que se encuentran trabajando para lograr una sociedad cada vez más igualitaria y con más derechos para todxs. De esta manera explicó que el negacionismo no es complicidad sino la última etapa de la perpetración del genocidio y por ello es imprescindible la militancia por la memoria. “Los 30 mil compañeros luchaban por lo mismo que luchamos hoy nosotros” mencionó.

Susana Reyes se refirió a la unidad de la militancia en los momentos previos a la dictadura y su búsqueda de construir un proyecto colectivo de patria igualitaria pese a las dificultades de aquellos años. “Formo parte de una generación que pasó del hipismo y los lemas de paz y amor, a guiarnos por el patria o muerte aunque sabíamos que eso nos podía costar la vida” afirmó.

En su intervención resaltó la intensidad de aquellos sueños de transformación que, tras el horror sufrido, persistieron vigentes en otro contexto e inspiraron al Centro Educativo Isauro Arancibia donde acuden cada vez más personas en situación de calle a retomar sus estudios. Esta institución estatal dirigida por Reyes fue creada en el año 1998 y lleva el nombre del maestro rural y sindicalista asesinado el 24 de marzo de 1976 por la dictadura cívico-militar. “Yo siento que Isauro excede la docencia y el acto pedagógico para pasar a ser un legado para nuestros 30 mil compañeros y compañeras desaparecidas, y en un ejemplo de libertad y solidaridad para quienes soñamos con una sociedad distinta” concluyó.

Con respecto a las políticas de memoria en tiempos de pandemia advirtió sobre los genocidas que aprovecharon este momento para solicitar la prisión domiciliaria y sobre lxs juecxs que concedieron este beneficio, por lo cual es necesario seguir pendientes y fortalecer la resistencia colectivamente aun en esta situación inédita donde no pudimos movilizarnos físicamente. De este modo hizo hincapié en la importancia para lxs sobrevivientes de que quienes han cometido delitos de lesa humanidad estén presos y cumplan su condena.

Iris Pereyra de Avellaneda, tras destacar el valor de las experiencias compartidas por Susana Reyes rememoró cómo la zona fabril de zona norte fue de las más asediadas por la dictadura cívico militar. Su hijo el “Negrito” y su esposo, delegado de la fábrica metalúrgica Tensa, fueron secuestrados al igual que 27 compañerxs de la comisión interna. ”Hicieron un allanamiento en mi casa, como si hubiéramos matado al Papa. Nos balearon la casa para entrar” recordó. Si bien su marido pudo escapar por los techos, a modo de represalia se la llevaron a ella y a su hijo adolescente a la comisaria de Villa Martelli donde ambxs fueron torturadxs. “A pesar de la corta edad del Negrito, que era un militante comprometido, él no dijo nada y se aguantó todo para que no se llevaran a nadie más, ni pudieran encontrar a su papá” señaló orgullosa.

Sin poder entender ese terrible ensañamiento con su hijo que en ese momento tenía solo 15 años, Iris Pereyra de Avellaneda contó: “al negrito lo sacaron de Campo de Mayo y lo tiraron con los vuelos de la muerte en Montevideo porque la idea de ellos era el exterminio de 30 mil compañeros”.

En coincidencia con Reyes remarcó que a 45 años del golpe cívico militar eclesiástico aun tenemos genocidas que no han sido juzgados en los tribunales. “Hay muchos que por su edad y la pandemia están con domiciliaria, pero esa gente tiene que estar en la cárcel común y efectiva” reafirmó.

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