El viernes 6 de noviembre en el marco del ITD, René Ramírez Gallegos (Ex Secretario de Educación Superior Ciencia y Tecnología e Innovación de Ecuador) brindó la conferencia «Ciencia, Técnica y Artes: A dos años de la CRES 2018, frente a los desafíos de la pandemia».
Ramírez Gallegos, quien tuvo un rol fundamental en la coordinación del eje de Ciencia, Tecnología e Investigación en la CRES del 2018, se refirió a la relevancia de estos temas en esta coyuntura atravesada por la pandemia y por la histórica encrucijada en la que estuvo inserta América Latina en torno a las ideas de “ignorancia dependiente o autonomía cognitiva”.
La crisis que vive el capitalismo en su tasa de ganancia no es un dato menor en el debate sobre la ciencia, la tecnología y la innovación, y está en estrecha conexión con los regímenes políticos.
En la transición del capitalismo industrial al cognitivo, que se pretende como un pasaje de la materialidad a la inmaterialidad, observamos cómo el valor dentro de la acumulación se desplaza hacia el conocimiento y la innovación. Nos encontramos con un proceso de “extrativismo infocognitivo” que se despliega a partir de la usurpación del conocimiento y “se da a lo largo de las 24 horas del día, no solo en el trabajo”.
En las últimas décadas fuimos testigos de la apropiación del conocimiento generado por las universidades públicas por parte de empresas trasnacionales y de la relación asimétrica entre norte y sur. “Convivimos con un sistema que no solo expropia el trabajo del sur, sino también actividades ligadas a la diversidad del conocimiento, cuestión que se relaciona con la migración calificada, comúnmente llamada robo de cerebros”, afirmó René. Esta transferencia a las instancias del capital privado internacional devela que en términos energéticos y de conocimiento es el sur quien realiza los aportes, mientras el norte domina el comercio mundial.
Desde hace aproximadamente 5 años nos encontramos inmersxs en un “capitalismo de plataforma”, donde empresas como Uber sobrepasan en valor a compañías como Ford o General Motors. Esto implica por un lado, nuevas formas de explotación del “cognitariado” y también alteraciones a la vida cotidiana, donde pierden efectos las viejas formar de encuentro de la población a partir del trabajo, la universidad, la familia, etc.
El otro tema importante en este “rentismo de la información” tiene que ver con el papel que juega la biopolítica y la seguridad en la vida democrática, tal como se denotó con el caso de Cambridge Analytica. “La generación de un capitalismo panóptico es parte de la estrategia de acumulación, donde las tecnologías son una estrategia de vigilancia, pero también de la propia acumulación.” agregó.
Esta “revolución 4.0” vino aparejada con cierta idea de una merma de la explotación de los recursos naturales. Pero, por el contrario, las nuevas tecnologías necesitan de la producción de litio y niobio que terminan afectando al medio ambiente. “Es ficticio que este tipo de capitalismo conlleva una desmaterialización. La producción de computadoras termina consumiendo recursos naturales y energéticos”, sintetizó.
En el marco de este capitalismo digital se desarrolla además un colonialismo basado en los datos. Esto conlleva a un extractivismo predatorio de lo digital, construyendo una narrativa que lo avala tal como se dio en el primer colonialismo con respecto a los recursos naturales.
El mundo se está encaminando a la industria de los servicios y la participación de América Latina sigue siendo completamente marginal, y con una alta dependencia de los bienes industrializados, generando un “neodependentismo y estrangulamiento tecnocognitivo” en nuestra región.
Por ella resulta fundamental, para esta nueva ola de gobiernos progresistas de nuestra región, no volver a cometer los mismos errores y evitar el desacoplamiento de la matriz productiva/matriz cognitiva. “Lo que se investiga, tiene que estar ligado a los incentivos en términos productivos, así como la política de talentos humanos debe articularse con la política productiva y las políticas de innovación con la política científica”, explicó.
En concordancia con lo expuesto en el debate de la CRES 2018, no alcanza con sostener la defensa de la Universidad Pública y garantizar el acceso a la educación superior, sino que también se necesita recuperar al conocimiento como un bien social y un derecho colectivo. “Tenemos que abogar por otra forma de gobierno de los conocimientos, que recupere el sentido de bien común y permita un cambio en la matriz cognitiva y la construcción de una ciencia que no atente contra el medio ambiente”.