En esta segunda clase del seminario “Políticas y la relación entre ciencia y desarrollo en el contexto argentino y latinoamericano”, Oscar Galante (Secretario de Desarrollo Tecnológico y Social de la UNGS y co-director del ITD), presenta una línea de tiempo en torno a la educación superior, la ciencia y la tecnología partiendo de la Reforma Universitaria de 1918 hasta la actualidad.
La Reforma Universitaria se inició en la Universidad Nacional de Córdoba y planteó la posibilidad de un co gobierno tripartito. En ese escenario, surge la dicotomía entre la autonomía – heteronomía de las universidades públicas. Tal como señala Eduardo Rinesi, la injerencia del Estado en las universidades es válida en tanto su obligación de velar por el bien común; pero, al mismo tiempo, las universidades deben ser autónomas en lo que respecta a su dimensión filosófica y reflexiva.
Los gobiernos populares en nuestro continente impulsaron la educación superior, la ciencia y la tecnología y la industrialización. En cambio, ninguna de las dictaduras de la región propició el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Por ejemplo, en el año 49 se estableció en Argentina la gratuidad en las universidades nacionales a través de un decreto del entonces presidente Juan Domingo Perón. Mientras los Consejos Nacionales de investigación científicos y tecnológicos se empiezan a crear durante la década del 50, los golpes del Estado del año 66 y 76 promovieron una diáspora educativa, científica y tecnológica sin parangón.
En cuanto a las leyes de promoción de la ciencia tecnología e investigación en Argentina, en el año 1990 tuvimos nuestra primera ley que crea un consejo consultivo con distintos actores y de este modo se impulsó la innovación tecnológica.
Finalmente, es necesario mencionar que en la CRES del año 2018 se declaró a la educación superior como un bien público y social, un derecho humano universal y un deber del Estado.
Para concluir, este recorrido nos lleva a repensar la necesidad de fomentar la educación superior, la ciencia y la innovación con un sentido nacional y popular, democrático y transformador, que promueva la inclusión y la igualdad en nuestros países latinoamericanos. «Necesitamos, a través de la educación superior, generar capacidades para formar profesionales de excelencia y con un compromiso social» señala Galante.
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