Lorna Nimia Sala Romero (Abogada U.B.A Derecho, Docente Titular Adjunta Teoría del Derecho, Ex Docente Facultad Ciencias Económicas UBA. e investigadora del CONICET) abordó el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 desde una perspectiva filosófica.
Partiendo de la noción lacaniana de jouissance (encarnación de lo imposible o lo que está más allá del orden simbólico), que remite a aquello que no se puede simbolizar, justamente al ser considerada como una cosa irreproducible y que está establecido entre dos discursos, Lorna se refirió a cómo la sociedad naturalizó el sistema ideológico y económico que implementó la última dictadura cívico militar en nuestro país.
Este núcleo traumático que se evidencia en la fantasía (que es la construcción que permite llegar a un acuerdo con el trauma inserto) es donde se desarrolla la conexión de estos dos discursos o muertes. Muerte, entendiéndola no como la muerte del objeto real sino como la extinción de la red significante.
Para profundizar en esta idea, Lorna recurrió a explicar el punto de vista idealista hegeliano que afirma que es posible acceder a la totalidad de los conocimientos y al concepto de relacionismo, que asegura que lo individual se desvanece en lo colectivo. Esto implica que la adquisición de conocimientos se da a partir de un otro y mediante una dialéctica que consta de tres momentos: afirmación, negación y negación de la negación o superación.
Hegel hace alusión a la dialéctica del amo del esclavo, donde el deseo juega un rol relevante. En tanto el propio deseo es el deseo del otro, se trata de una lucha opositiva entre dos conciencias por la lucha a muerte por el reconocimiento (legitimación). Este enfrentamiento se decide en base al temor de una de las partes, que pasará a ser la dominada frente a un amo que necesita ser reconocido. Paradójicamente, el esclavo es el sujeto activo de esta relación porque es quien trabaja la materia, es decir crea cultura y de este modo empieza a tener poder sobre el amo.
Tras esta explicación, podemos afirmar que la sociedad argentina vivió un proceso dialéctico durante la última dictadura cívico militar, donde el Plan Condor se ubica como un amo y la resistencia como esclavo. A partir de esta perspectiva podemos desentrañar las relaciones que se dieron en este periodo y reafirmar nuestro compromiso con el Nunca más.
Tanto el juicio a las Juntas Militares, las Madres de Plaza de Mayo, como la expresión “no te metás”, pueden ser pensadas mediante elementos de la filosofía y de manera sincrónica. Para ello se toma un eje semántico lingüístico, la teoría de Walter Benjamin y la perspectiva psicoanalítica de Lacan.
Es necesario resaltar que aquello que está contado, no existe. Para comprender esto, alcanza con recordar el discurso de Videla, quien sostenía que “no había muertos”, “no había detenidos” sólo había desaparecidos, es decir, no están contados en ningunas de las categorías de la lengua. Es a partir de una resignificación, asignación retroactiva de sentido o como sostiene Humberto Eco, la modificación del pasado a través del futuro, que este trauma o “cosa” puede ser simbolizada. En el caso de la dictadura cívico militar y su discurso ideológico, encontramos que su núcleo logra ser develado a partir de un proceso de simbolización e hostilización. Hay una diferencia entre la historia que acontece y aquella que se relata, y toda apropiación de un pasado responde a intereses, no hay un relato inocente de los eventos narrados, mucho menos de la historia que se redacta para vender. Es decir que la historia es pasible de asignársele un nuevo significado, tal como ocurrió con el relato en torno a lxs desaparecidxs. Nótese que este adjetivo solo adquiere relevancia, luego de las luchas de las Madres, porque anteriormente eran “subversivos” así como también se utilizó la expresión “enemigo interno. “En este caso, nos encontramos con una resignificación de aquel “no están” a partir del Juicio a las Juntas, que también habilitó a que la figura del desaparecidx se trate como una desaparición forzada. Los campos de concentración se corresponden con lo velado, pero las Madres (que eran denominadas como “Las Locas” de Plaza de Mayo) con sus rondas lograron una asignación retroactiva del sentido de ese elemento, así como también la reasignación de su misma calificación. De ser “Locas” pasaron a “luchadoras”, “Las Madres”. ¡Vaya que sí hubo una reasignación! Fueron esas “locas” las que le reasignaron a ese pasado un contenido nuevo que permitió la construcción del Nunca Más.
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