Como parte de las actividades previas al comienzo del Posgrado en Innovación y Transferencia para el Desarrollo (ITD), ayer se desarrolló el segundo “Encuentro del ciclo Soberanía científico-tecnológica y Geopolítica del conocimiento en tiempos de pandemia”. La actividad abordó la relación entre soberanía y producción del conocimiento y contó con la participación de Fernando Peirano (Presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, Argentina), Mirta Iriondo (Presidenta de Fábrica Argentina de Aviones) y René Ramírez (Ex Secretario de Educación Superior Ciencia y Tecnología e Innovación de Ecuador).
Esta clase abierta fue transmitida vía Zoom y el Facebook Live de FEDUBA.
En la apertura de la misma nuestro Secretario General, Federico Montero hizo hincapié en la centralidad de sostener una discusión en torno a la soberanía científico-tecnológica y su relación con lo político y económico. Aludiendo a cómo la cuestión tecnológica es un elemento central, que en esta actual coyuntura permite ofrecer una rápida respuesta a la demanda de la emergencia sanitaria que nos está atravesando, Montero resaltó la importancia de brindar un posgrado como el ITD que promueva esta perspectiva. “Nuestra intensión es que con estas actividades se popularicen este tipo de debates. Así como necesitamos redistribuir la salud, también se necesita una redistribución de la cuestión tecnológica. Se trata de una cuestión imprescindible para construir cualquier proyecto nacional y es por eso que esta discusión debe popularizarse y formar parte de la agenda”, agregó.
Fernando Peirano comenzó su exposición posicionándose a favor de una reflexión crítica y se interrogó por el lugar que debería ocupar la Ciencia y la Tecnología en un país en desarrollo. Peirano contó como desde la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, y junto al ministro Salvarezza se trazaron estrategias para lograr un Estado presente en esta pandemia. De este modo los esfuerzos se direccionaron en fortalecer las instancias de control, tratamiento y prevención de la Covid–19. Este enfoque permitió constituir una cartera de 80 proyectos que incluyen una variedad de aristas que van desde las ciencias de la salud, tecnología, software y hasta las ciencias sociales, que ayudaron a entender el impacto de la pandemia en los barrios de emergencia. “En Argentina tuvimos la capacidad de recorrer ese camino, y sin duda contar con Ciencia y Técnica es un plus para enfrentar la pandemia. Esto demostró que aun después de 4 años de recortes y una puesta en duda del rol de los investigadorxs logramos un nuevo contrato social que valoriza el conocimiento científico tecnológico” aportó. Sobre su visión en torno a la Agencia que preside sostuvo que: “La producción de los satélites, los kits de detención rápida y la capacidad de generar respiradores, están reescribiendo el contrato social. La ciencia y tecnología tienen que estar en la defensa de generar esta capacidad, donde el conocimiento se une a la producción que elabora dispositivos con impacto. De este modo, Argentina, pasa a tener capacidad para dar respuesta a la pandemia”.
René Ramírez retomó la discusión de la soberanía desde la perspectiva Latinoamericana para resaltar que para defender la ciencia hay que defender la democracia, y para eso es prioritario defender una ciencia democrática, en oposición a una ciencia cuya finalidad sea el retorno del capital. Se refirió a nuestra actual situación como una transición a un capitalismo cognitivo, a través de extrativismo que se da a partir de la usurpación o robo del conocimiento y que es transferido las instancias del capital privado internacional. “En este momento hay rentismo de esta información que deviene en capital donde se elimina la ganancia que pasa a ser la información. En el marco de esta transición a este capitalismo cognitivo nuestros países tienen más vulnerabilidad y pasamos a ser más dependiente”, clarificó. Luego se refirió a la importancia de construir una ciencia democrática a partir de un cambio en la matriz productiva y que colabore con la emancipación social y la paz en tanto “no podemos tener una ciencia autoritaria, como es la ciencia del capitalismo, que construye una jerarquía de conocimiento”. Por último, Ramírez advirtió que precisamos agendas regionales para destinar recursos a una ciencia democrática que se ubique en el marco de nuestros problemas y que no incremente la desigualdad.
Mirta Iriondo contribuyó al panel con la perspectiva del área de la defensa nacional, preguntándose por cómo se formula una política de ciencia y de tecnología y cuál es la relación que tiene esta formulación con la soberanía nacional. Explicó como un sistema de defensa sirve a los intereses de la Nación en términos de capacidades y pasó a referirse a “este escenario actual es altamente no lineal, de naturaleza casi caótica. Los rasgos de este escenario tienen tres características: la imprevisibilidad, los desbalances y la enorme velocidad con que ocurren los cambios”. A estas afirmaciones las complementó con una mención a la soberanía relacionada a la unificación de requerimiento para evitar esfuerzos múltiples. De este modo y al invertir en defensa, el conocimiento se utiliza para reemplazar con desarrollos tecnológicos y proveedores nacionales, lo que anteriormente se hubiese adquirido en el exterior. Para ello el Estado debe ofrecer incentivos y crear las condiciones para introducir el conocimiento en estos nichos, que nos va a permitir sostener una industria y que el ingreso de dólares al país no devenga exclusivamente de la actividad agraria.
Para sintetizar las tres exposiciones, Daniela Perrota planteó que el conocimiento es el común denominador para lograr una ciencia más democrática, justa y al servicio del pueblo. Agregó que la respuesta nacional debe ser también regional y darle lugar a una estrategia de integración que permita dar un marco de certidumbre y previsibilidad y así reducir las asimetrías.
Por su parte Oscar Galante (Dirección Académica de ITD) introdujo la pregunta acerca de quienes se apropian del conocimiento y recordó como hace un tiempo se dudaba del rol del CONICET, y se lo ubicaba como un gasto en vez de una inversión. De este manera resaltó la rapidez y eficacia con que el complejo científico tecnológico argentino pudo detectar el problema, convocar, disponer de fondos y responder, de un modo que nos sorprendió a todxs, incluso a quienes somos parte de este complejo. Así se logró desmitificar la diferencia entre ciencia útil y lo que la gestión anterior llamo “ciencia inútil”.
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