Reproducimos la entrevista Realizada por Marcha a Cristian Dodaro, Doctor en Ciencias Sociales, docente de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Secretario de Prensa del Sindicato de Docentes de la Universidad de Buenos Aires (FEDUBA), quien analizó el papel que cumplen los diarios de mayor tirada (Clarín y La Nación) en la visibilización del conflicto universitario.
En pocas horas se realizará una nueva Marcha de Antorchas en el marco del conflicto educativo, en defensa de la Universidad pública, la ciencia, la tecnología y el salario. Con el arrastre de una crisis estructural que se remonta a la Ley de Educación Superior del menemismo, el feroz ajuste de Cambiemos viene a poner el dedo en una llaga que no termina de sanar.
Por Luz Ailín Báez | Foto de Leandro Guidii
El recorte en educación no es un caso aislado en Sudamérica y mientras se escriben estas líneas, en Brasil están parando una marcha contra las desfinanciación promovida por el gobierno de Jair Bolsonaro. Desde el inicio de la gestión de Cambiemos, universitarios docentes, no docentes y estudiantes han promovido movilizaciones de variados niveles de adhesión. Pero, ¿cuánto de este esfuerzo, de poner el cuerpo, es plasmado en los grandes medios de comunicación?
Cristian Dodaro, Doctor en Ciencias Sociales, docente de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Secretario de Prensa del Sindicato de Docentes de la Universidad de Buenos Aires (FEDUBA), analizó en un trabajo de investigación, titulado “Son todos vagos”, el papel que cumplen los diarios de mayor tirada (Clarín y La Nación) en la visibilización del conflicto universitario.
“En 2016 y 2018, hay una constante temática: los estudiantes como rehenes de los docentes, obviando las organizaciones estudiantiles que acompañan el reclamo, y definen a la paritaria docente como un delito de la cual nadie paga ningún costo. Sobre el conflicto universitario en 2018, recién en la semana del 20 de agosto comienza a visibilizarse de forma contundente. Se mantiene en ambos diarios la figura de estudiantes-rehenes. La estrella de las noticias es la Universidad de Buenos Aires, siguiendo en orden de visibilidad las universidades del conurbano. Este recorte selectivo permite que sea verosímil calificar como acatamiento dispar un paro que alcanzó 57 universidades”, narra en su investigación Dodaro.
Y agrega: “Como ocurrió en 1989 con la primera privatización de los canales de televisión durante el primer gobierno menemista, lo primero que hizo el gobierno actual fue avanzar contra la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), permitiendo una concentración aun mayor, persiguiendo medios alternativos y despidiendo trabajadores de prensa. Nosotros, como trabajadores universitarios, fuimos fuertemente estigmatizados. Por eso hicimos un trabajo para ver cómo era la forma en que se producían los estigmas de setteo (configuración/planificación) de agenda y vimos cuáles eran las palabras que se repetían, las formas en que se titulaba, con el hecho fundante de Prat Gay diciendo que iba a sacar la grasa militante del Estado y con Télam y con las dos fechas fuertes del 12 de mayo de 2016 y el conflicto universitario del 2018”.
Sobre la batalla cultural, especificó que “se construyen sentidos que se repiten constantemente, una metodología de laburo por fuera del medio con una estrategia clara de manipulación. Hay una previa a la salida de los declarantes a los medios. El jefe de gabinete (Marcos) Peña larga un documento (“Qué estamos diciendo”), un brief con indicaciones a sus funcionarios que luego son reproducidas hasta el hartazgo por las redes sociales y los twitteros caracterizados, repitiendo el mismo patrón o guión con casi las mismas palabras y casi el mismo discurso. Un ejemplo: hay 1 estudiante cada 4 docentes universitarios”, explica Dodaro, dejando lugar a la noción de que entonces “sobran docentes”.
Para el grueso de la población, el conflicto en el área de Ciencia y Tecnología salió a la luz tras la participación de Mariana Simián, bióloga que dirige un grupo de investigación en la Universidad de San Martín abocado a encontrar tratamientos para el cáncer, en el programa ¿Quién quiere ser millonario?, conducido por Santiago Del Moro en Telefé. La historia de Marina se volvió viral y estalló en las redes sociales luego de que revelara el motivo por el que decidió concursar en el programa: “no nos depositan los subsidios que tenemos ganados y tenemos que trabajar. Me anoté porque soy osada y me pareció una oportunidad. Pueden venir cuando quieran a ver el trabajo que hacemos”, aseguró la investigadora que reveló que usará el dinero para comprar reactivos para su investigación.
A la efervescencia redsocialera colmada de indignación sobrevino la reacción del Gobierno. Una reunión con la científica, una foto y un mensaje de 188 caracteres: “Recibí en Olivos a Marina Simián, investigadora del CONICET. Tuvimos una buena reunión donde conversamos sobre qué medidas tomar para mejorar la situación de los científicos en el país y facilitar el desarrollo científico”.
Fuente: Marcha
http://www.marcha.org.ar/