Corría el año 1971 y en el distrito de La Matanza un joven de 21 años comenzaba a trabajar como maestro en un sindicato que tenía ya una tendencia combativa, el sindicato de los docentes de Matanza cuya conductora era Mary Sánchez. Esa fue su escuela sindical. Durante la dictadura cívico-militar fue dejado cesante, al igual que muchos de sus compañeros, y se fue a trabajar como metalúrgico en una empresa del Grupo SIAM: “Hacíamos caños de costura resistente para gasoductos, ahí hacía el control de calidad. Fue mi paso como afiliado de la UOM en la seccional Avellaneda”, recuerda sin mayor nostalgia. Con una dictadura que no terminaba de caer, a partir de 1981 retoma la militancia en el gremio docente y es parte de la constitución de SUTEBA del cual en la década del 90 será su secretario general. Luego asumirá como secretario general de CTERA y será electo para conducir la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), en pleno combate contra las políticas neoliberales del gobierno de Carlos Menem.
“El hecho de trabajar siempre en los barrios más castigados de las periferias del conurbano, que es donde se inician los docentes más jóvenes, ya me vinculó con una realidad social en una etapa de mucha politización del gremio de los docentes. Y eso fue como una especie de punto de encuentro entre la lucha social y la lucha sindical, que de alguna manera marcó mi trayectoria”, explica Hugo Yasky.
Atravesó la lucha de la carpa blanca siendo secretario general de SUTEBA y adjunto de CTERA cuya conducción estaba a cargo de Marta Maffei. Recuerda esos años de lucha como un gran aprendizaje para todos los que estuvieron ahí. “Era el final de la convertibilidad, el agotamiento del Consenso de Washington empezaba a palparse en las calles y de ahí a un hecho como fue el asesinato de Carlos Fuentealba, en un momento convulsionado del país, y en un momento que también fue de lucha y de mucho fortalecimiento de la organización en CTERA y en la CTA”.
¿Qué rol tuvo la CTA en la década del 90?
En ese momento la CTA cumplió un rol importante que fue demostrar que se podía construir una conducción de la lucha de los trabajadores en el momento en que empiezan a concretarse las políticas de privatización, las políticas que agredían las conquistas de los trabajadores, en un momento en el que las privatizaciones producían conflictos en los puertos, los ferrocarriles, en el sector metalúrgico. Y frente a las cuales los trabajadores estaban prácticamente a la intemperie, no solamente con una CGT que les daba la espalda sino con un gobierno que a veces pactaba con los dirigentes sindicales las condiciones para quebrar las resistencias. Desde el señuelo de altísimos montos indemnizatorios que hicieron que muchos después se lo comieran con un kiosquito o una remisería como se hacía en ese momento, hasta otros como los despidos en los ferrocarriles cuyos intentos de huelga eran quebrados. Al no haber una conducción que pudiera plantear otro camino, que pudiera denunciar lo que significaba esta especie de componenda entre la conducción de la CGT y la política que en ese momento ya expresaba Cavallo, el vacío jugaba en contra, inmovilizaba. Y la CTA vino a llenar ese vacío, y de alguna manera, a encender la chispa de una resistencia que después creció porque el MTA se conforma como un desgajamiento de aquella CGT, y se constituye un polo combativo que durante todos esos años, que terminaron siendo los años que precedieron al estallido social en Argentina, jugaron un papel importante.
Dijiste varias veces que hay que avanzar hacia la unidad con la CGT ¿Qué significa eso concretamente? ¿Han discutido la necesidad de ingresar a la CGT?
Sí, esto fue discutido hacia adentro de la CTA, y la formulación sería: No volver a la CGT sino ir hacia otra CGT. Volver a la CGT da la idea de que bajamos las banderas y entramos con los brazos al costado del cuerpo a aceptar las condiciones. Y nosotros creemos que hay que ir hacia otra CGT. Estamos convencidos de que es necesaria la unidad, hemos visto que vienen por las conquistas del movimiento sindical. Pero más que por las conquistas, porque ya ni siquiera hay que hablar de las leyes laborales, hay que hablar de la justicia laboral, hay que hablar de la existencia de hechos elementales como el derecho a la retención de la cuota sindical. Hoy todo eso está puesto en una especie de punto muerto en Brasil, donde todas esas conquistas fueron arrebatadas. O en Chile, donde por la vía inversa, por la vía de producir una desenfrenada pluralidad sindical donde cada empresa arma su propio sindicato como si fuera “a la carta”, con los dirigentes que ellos ponen, sacan, y digitan, también se llega al mismo objetivo: paralizar al movimiento obrero y fragmentarlo. Entonces está claro que necesitamos esa unidad, fortalecida. Pero está claro también que tiene que ser en el marco de una CGT que esté absolutamente comprometida con un programa de lucha que signifique darle al movimiento obrero, no un papel pasivo, de furgón de cola de las políticas de los grupos dominantes, sino un papel activo, que cuestione, que interpele, que sea capaz de poner en la calle a los trabajadores cada vez que haya que salir a pelear. Hacia esa CGT queremos ir. Hace falta unidad pero generando condiciones para que sea unidad se exprese en lucha y en compromiso de la central con los trabajadores.
Al haberte sumado a la mesa de acción política del Partido Justicialista ¿Cómo administrás las tensiones sindicales y las políticas con Héctor Daer en ese espacio?
Tenemos un piso común que es reconocer, en nuestras distintas posiciones en el campo sindical, la necesidad de la construcción de un amplio frente opositor y, a partir de esa comunidad de intereses, se hace más sencilla esa convivencia. Más difícil sería poder convivir con Luis Barrionuevo, para dar un ejemplo, que fue interventor de ese mismo Partido Justicialista, y que hoy trabaja activamente para tratar de generar una especie de tercera opción que estratégicamente coincide con las necesidades del oficialismo. Justamente poder desgajarle a ese frente opositor una parte como para darle la posibilidad al oficialismo de llegar, arañando, la posibilidad del ballotage. Con Daer podemos tener diferencias pero hay una coincidencia sustancial. Sé que para él debe ser también difícil mantener cierto equilibrio dentro de su propia central pero bueno… ese no es problema mío.
Esas diferencias no parece que las tuvieras con Hugo y Pablo Moyano ¿Cómo es esa relación?
Estamos con mayores afinidades porque además de ser parte de la mesa de acción política del Partido Justicialista, somos parte de ese sector del sindicalismo que ha decidido asumir un rol activo en la lucha contra el ajuste y contra la destrucción de los derechos de los trabajadores. Entonces las diferencias se acotan todavía más. Las tenemos pero está claro que son absolutamente secundarias y que priorizamos, tanto ellos como nosotros, la necesidad de que ese frente de unidad en la acciòn se exprese de manera potente en cuanto a la convocatoria hacia los trabajadores y tenga su correlato en el aporte que podamos hacer dentro de la construcción del frente electoral unificado.
¿Cómo es tu relación actual con Pablo Micheli y qué importancia tuvo ese acercamiento entre ambos?
Nosotros logramos, en un momento en el que era ensordecedor el silencio de la CGT, articular con Pablo Micheli, y eso nos posibilitó a los dos sectores de la CTA, tener menos debilidad a la hora de convocar y de asumir que había que estar en la calle. De alguna manera, a nosotros nos significó no quedar solos en la convocatoria, a los compañeros de la otra CTA me imagino que lo mismo. Y la verdad es que de esa debilidad hicimos fuerza porque pudimos afrontar un primer año de convocatorias donde prácticamente estuvimos solos. Solos en la convocatoria pero con mucho acompañamiento en un momento en el que bueno, los estatales daban su lucha, Milagro Sala caía prisionera. Había mucha orfandad y de alguna manera se pudo cubrir. Por supuesto hoy estamos mucho mejor, el Frente Sindical para el Modelo Nacional, la Corriente Sindical Federal, las dos CTA. Creo que estamos en un camino en el que se fortalece esta vertiente combativa del sindicalismo.
¿Cómo ves la figura de Cristina Kirchner? ¿Creés que hay que ampliar el espacio opositor con sectores que no necesariamente sean afines al kirchnerismo?
Creo que en esa convocatoria hay que dar cabida a todas las expresiones del peronismo que asuman un compromiso frente a esta declaración de guerra que significa para el movimiento nacional peronista que un Presidente proclame a los cuatro vientos que todos los problemas de la Argentina devienen de todo lo que se hizo en los últimos 70 años y que hay que superar definitivamente eso. Esto significa querer volver a la Argentina pre-peronista, significa querer arrancar de raíz todo lo que tenga que ver con el movimiento nacional y popular. Por eso creo que todos los peronistas que entiendan que se trata de confrontar, no solamente para preservar la iconografía, el folclore, las cuestiones que tienen que ver con las tradiciones, para preservar una Argentina que esta gente quiere convertir en un país de pobres a millones y con pocos privilegiados. Quieren convertir a la Argentina en lo mismo que hoy es Colombia, o que es Paraguay o Perú, países que ellos alaban, dicen “la macroeconomía de esos países andinos funciona perfecto” pero son países lleno de pobreza, de miseria, donde se asesinan militantes sindicales, se violan los derechos humanos, no existen los derechos sindicales. Eso es lo que ellos quieren construir. El frente tiene que albergar a todos los que estén dispuestos a pelear contra eso, primero a los peronistas, a los kirchneristas, y después a los sectores de la izquierda, a los sectores de la militancia de base cristiana, a un sinfín de fuerzas que son las que en este momento son reclamadas para ponerse al frente de una construcción de una propuesta electoral que le devuelva a nuestro pueblo la posibilidad de tener un camino en el que sus derechos sean respetados
¿Creés que el candidato opositor debería salir de unas PASO o si Cristina se presenta es suficiente para sintetizar una fórmula opositora?
Yo creo que está claro que la mejor candidata sería Cristina. Es la compañera que representa para la inmensa mayoría de nuestro pueblo. Es el símbolo de dos gobiernos que tuvieron una agenda social, que enfrentaron a los poderosos, que no hicieron el triste papel que está haciendo hoy Mauricio Macri yendo de rodillas a los países del norte, yendo a mendigar a la Casa Blanca. Creo que en ese sentido Cristina sería la mejor candidata. Si ella se presenta yo creo que podría haber unas PASO, una interna, si hay sectores que creen de verdad que pueden aspirar a confrontar para tratar de dirimir eso con el voto popular. Creo que no hay que tenerle miedo a la posibilidad de que haya una interna. Desde ya es difícil, porque uno lo ve, si uno le dijera a (Juan Manuel) Urtubey que no mide ni en Salta, o le dijera a (Miguel Angel) Pichetto que no existe ni en Río Negro, de ir a una interna con Cristina está claro que van a rehusarse. De todas formas si hubiese la posibilidad de una interna que nos ordene y amplíe el frente opositor, yo creo que ese es el mejor camino.
El límite es Macri
Absolutamente. Macri y todos los que le hagan el juego a Macri, que hay varios.
¿Cómo ves el escenario social y político en general? ¿Considerás que hay chances de que un espacio opositor pueda ganar las elecciones en octubre?
Yo creo que estamos en un verdadero tembladeral, con un gobierno que hoy por hoy no tiene reflejos ni tiene un plan B, ni tiene una iniciativa que no sea simplemente rezar para que el dólar y las corridas cambiarias no terminen de ponerlo contra las cuerdas antes de tiempo. El gobierno sabe que con lo que está haciendo, si tenemos viento a favor, llega con la lengua por el piso a las elecciones, y creo que con eso se dan por satisfechos. Por supuesto, hace poco tiempo alentaba la idea de que pudiera haber alguna planicie como para que la caída se disimulara dos o tres meses antes de la elección, que cambie el humor social, que con eso y la división de la oposición pudieran estar cerca del ballotage. Yo hoy tengo la percepción de que este gobierno está en una pendiente que lamentablemente arrastra al país detrás de una política absolutamente irresponsable, porque así ganaran por un punto, no me imagino a Macri gobernando un país que va a estar en llamas. El propio país que Macri herede del Macri anterior va a ser prácticamente ingobernable. Con un pueblo que va a llegar fatigado y empieza a haber incertidumbre, no me quiero imaginar lo que podría ser después de la elección. Me da la sensación de que en esas condiciones es todo muy frágil. Además a todo esto se agrega la disputa interna que hoy ya es desembozada. Hoy suenan los disparos en la Corte Suprema de Justicia. Hoy (Elisa) Carrió habla de golpe de estado a nivel de lo que es la cúpula judicial. Hoy se ventilan las carpetas donde se le hace espionaje a (María Eugenia) Vidal y eso lo hace el propio gobierno nacional. Hoy uno recorre los pasillos de la casa de gobierno en La Plata, en la Provincia de Buenos Aires, y resuenan las puteadas contra Macri, de los miembros del gabinete de Vidal. Esto habla de una descomposición y de una pelea de todos contra todos donde el plan B del gobierno, si fuera Vidal, sería a pesar de Macri. No es que Macri está pensando en “si de pronto se me escapa de control la situación, el plan B es Vidal”, es decir, acá hay una especie de guerra de todos contra todos que cuando se da en un país cuya economía zozobra como la nuestra es muy grave. Si no fuese por el apoyo que este gobierno tiene de los grandes grupos de poder financiero, de las multinacionales, de la sociedad rural y del propio Donald Trump, cualquier otro gobierno que no tuviera ese apoyo hoy ya estaría adelantando las elecciones como mínimo, si es que ya no se hubiera caído.
Es una derecha que no controla el dólar ni la inflación, incluso hay muchos empresarios que están perdiendo dinero con este gobierno ¿Cómo explicarías eso?
Creo que hay una cuota enorme de impericia. Creo que hubo una confusión muy grande, una cosa es ser un lince para los negocios, una cosa es ser una especie de Maradona de los mesadineristas, y otra cosa es gobernar un país. Acá se pensó que si vos metías al más vivo de los mesadineristas, al más rápido de los ceos de tal o cual empresa, al mejor accionista de la otra, y todo eso lo metías en un mismo gabinete, eso hacía a un gobierno, pero eso es distinto. Esta gente debe ser muy pero muy rápida para las ganancias de su grupo y propias, pero evidentemente demostró impericia, desconocimiento. No conocen ni siquiera la historia. No conocen ni siquiera la historia de los propios errores cometidos por los que desde su propio adn gobernaron este país en nombre de los liberales o de la derecha argentina. Ni siquiera conocen su propia historia. Entonces es muy difícil pedirle a esta gente que pueda gobernar, y han demostrado que no están en condiciones.
¿Cuáles son las expectativas de cara a la movilización de los y las trabajadoras del próximo 4 de abril?
Vamos a ir el 4 de abril. Vamos a tratar de ser parte de esa marcha para que tenga la mayor capacidad de convocatoria. Lamentamos realmente que se haya desdibujado la marcha porque se tomaron tantos recaudos para no reeditar la marcha del famoso atril que la marcha terminó siendo una procesión, porque no se sabe dónde empieza ni dónde termina, no va a haber documento, no va a haber nada. Va a haber un montón de gente caminando por las calles reclamando contra los despidos. Me parece lamentable. Esto habla del vacío político enorme que existe en la CGT, pero vamos a estar y vamos a estar juntos con los del Frente Sindical tratando de expresar en la calle ese reclamo. Y vamos a ser parte de la convocatoria al paro general. Hay que ir al paro general en abril, no se puede seguir postergando. Es una definición que se está tomando en estos días, que se va a poner a rodar en la calle, y si no hay convocatoria de la CGT, la haremos nosotros desde el Frente para el Modelo Nacional, las CTA, la Corriente Federal Sindical. Hay que poner al movimiento obrero en la calle, hay que luchar, hay que convocar al paro. Hay que posibilitar que los que están en todo el país esperando una respuesta la tengan. Y hay que demostrar que si la CGT no conduce, ese vacío lo vamos a ocupar y va a haber conducción y va a haber una unificación de todo lo que está pugnando por luchar.
Héctor Daer suele decir que el paro no resuelve nada por sí solo y que al otro día hay que continuar ¿Qué sentido creés que tiene el paro general frente a un gobierno que no escucha el reclamo social?
La primera vez que escuché esa tesis se la escuché a Bernardo Neustadt en la década del 90: Está bien Ubaldini, ¿y al otro día qué? Creo que estaba Ubaldini en esa época. Entonces es vieja esa tesis. Habría que hacer la otra pregunta: ¿Cómo estaríamos si no hubiésemos hecho nada? ¿Cómo estaríamos si la CGT hubiese logrado imponer el disciplinamiento y la resignación como política del movimiento obrero? Estaríamos liquidados, nos habrían pasado por encima. Aquella reforma laboral hoy se hubiese completado y el señor Mauricio Macri estaría diciendo “este país está en llamas pero miren cómo disciplinamos al movimiento obrero”. Si no hubiésemos hecho nada seguramente estaríamos quebrados. Y esa es la mejor respuesta ¿El paro no sirve? Sí, sirve, pero no es que el día del paro termina la película. Por supuesto al otro día sigue, pero la resistencia se construye en una serie de episodios. No hay un acto por el cual hacés algo y la clase dominante te dice: “ah mirá, no lo había pensado, tenías razón, vamos a cambiar todo”. Eso es mentira. Y eso se tiene que expresar en octubre. Lo dijimos muchas veces, una cosa es llegar a octubre con el pueblo resignado, quebrado, fatigado, con la cabeza gacha, sin protestar. Y otra cosa es llegar a octubre con los jóvenes marchando, las mujeres saliendo a la calle, con el movimiento sindical resistiendo, parando, movilizando. No es lo mismo. Y si uno le preguntase al gobierno qué quiere, seguramente elegiría el escenario de la resignación y el silencio.
Fuente: enfoquesindical.org
Fotos: Verónica Pontoriero