El miércoles Clarín publicó un “manual” de la mina copada (http://clar.in/2gMew10). Otra vez bajando línea a las mujeres cómo tenemos que ser. La copada va al gym, sabe de vinos, anda siempre depilada, siempre lista para pagar una cuenta o prestar un oído a desgracias ajenas – no las propias, ya que «copada se calla, llora en silencio»-. Por si fuera poco, es “un toque feminista”.
Clarín nos dice así todo lo que una mina copada no es: no es gorda, no es pobre y no tiene problemas para llegar a fin de mes, no es negra ni india como Milagro, no grita su rabia y su dolor como las que decimos Ni Una Menos, no piensa en un horizonte colectivo de realización como las mujeres que nos organizamos sindicalmente. Sobre todo, se amolda al orden establecido y no incomoda al poder, como sí hacen Cristina o Dilma.
¿Hace falta recordar que las decisiones editoriales producen efectos? Esta nota refuerza y naturaliza un orden simbólico desigual, donde las mujeres subordinadas aceptan todas las condiciones que las convierten en copadas… para el orden patriarcal.
Así como sabemos que «mujer» no se nace, tampoco se nace «copada». Elegimos hacernos como nosotras queremos ser: mujeres diversas, deseantes y fundamentalmente, feministas del todo.