A poco de cumplirse un nuevo aniversario del Día Internacional de la Mujer, compartimos la entrevista a Dora Barrancos —socióloga, historiadora y feminista— en su última visita a CONADU.
– CONADU: Dora Barrancos, nos gustaría hacer un balance de lo que significaron estos 30 años de democracia desde la historia y el feminismo.
– Dora Barrancos (DB): Estos diez últimos años se ha ampliado notablemente toda la legislación para asegurar los derechos. Eso no quiere decir que, desde luego, se haya cumplido la meta que quiere el feminismo que es obtener la mayor equidad o tener la mejor distribución equitativa de cargos, funciones, remuneraciones, y, sobre todas las cosas, obtener una ciudadanía completamente igualitaria.
Estos 30 años de democracia tuvieron algunos momentos sombríos y de retroceso, como fue la instalación del tsunami neoliberal y la pérdida de derechos sociales, pero si una establece el conjunto yo diría que hay una propensión a mayor autonomía, a mayor dignidad de las personas. El balance, para mí perspectiva, es positivo.
– CONADU: Pero inclusive en el tsunami neoliberal las mujeres tuvieron un protagonismo en cuanto a la organización…
– DR: Sí. Además, y lo dices muy bien, porque fue una doble oportunidad. En primer lugar fue un sacudón para las mujeres en orden a llevarlas masivamente al mercado laboral ―si bien en condiciones bastantes lamentables― para resolver los problemas gravísimos que se presentaban en orden familiar: pérdida de empleo del marido, compañeros, hermanos. Ese empujón significó algo muy interesante, porque a pesar de las debilidades de esa incorporación las mujeres de alguna manera se instalaron en el mercado laboral.
Y ha ocurrido un cambio dramático de la curva, que antiguamente era una curva en U en la Argentina, al relacionar la fecundidad, el apartamiento para atender el nacimiento de los hijos, la crianza y luego la recuperación del mercado laboral en condiciones penosísimas; porque cuando las mujeres abandonan el mercado laboral lo recuperan de manera muy postergada. En suma, las mujeres obligadas a salir a trabajar hicieron una modificación notable de esa curva ―que algunas colegas han llamado la meseta actual―, entre diez y doce puntos por encima de lo que era hace 20 años en el mercado laboral en Argentina. Estamos llegando a 40 puntos de participación.
Por otro lado, el tsunami neoliberal permitió que afloraran liderazgos femeninos notables. En general, todos los movimientos piqueteros que hubo en el país, los acampes, etc…
– CONADU: Me acuerdo de Norma Plá con los jubilados o Lucy de Cornelis que reclamaba por los campos que se remataban. Es decir, distintos sectores, no solo de los piqueteros…
– DR: Exactamente. Hubo reivindicaciones, hubo un abrevar de movimientos sociales muy renovados con participación de las mujeres. Y por lo tanto eso significó una mayor visibilización de su existencia social y también una mayor relación que se plasmó en leyes y demás cuestiones relacionadas con un reconocimiento.
Probablemente, Argentina sea el país de América latina que más ley formal tiene para garantizar los derechos de las mujeres. Pero a las leyes hay que interpelarlas, porque se pueden tener leyes y resulta que sus resultados pueden ser completamente inocuos. Las mujeres tienen que interpelar las leyes porque sino no hay derechos.
Y, por el otro lado, resta una gran transformación de la subjetividad de los operadores de la Justicia. Yo creo que el Poder Judicial es el que está en rémora y en mayor débito respecto de la aplicación real de nuestros derechos. Es un poder que tiene características particulares, más parecido al antiguo régimen que a las sensibilidades que corresponden a nuestros derechos.
Sin embargo, el balance que hago es positivo. Desde luego tenemos asignaturas pendientes. Una de ellas, como dije, es conseguir la más amplia equidad en el mercado laboral argentino, que es donde más se inflexionan los derechos de las mujeres. Y la otra cuestión que debemos conquistar es, por supuesto, la despenalización del aborto, que es una total deuda de la democracia con las mujeres.
– CONADU: ¿Y cómo ves a la universidad en estos 30 años? ¿Qué pasó con las mujeres en la universidad?
– DR: La universidad dio un salto extraordinario en estos años porque se ha feminizado la matrícula a lo largo y ancho. En todas las unidades académicas del país, en todas las universidades públicas y privadas también la feminización es un hecho. En la Universidad de Buenos Aires estamos aproximándonos al 60 % de participación.
Las mujeres en general primero tienen una eficiencia en el cumplimiento de su labor como estudiantes muy interesante: salen más rápido de las universidades y con mejores puntajes. Pero, obviamente, esto no quiere decir que estén altamente reconocidas en la universidad. La UBA, por ejemplo, no ha tenido ninguna rectora y las decanas se cuentan con los dedos de las manos. Los cargos de mayor jerarquía están significando la vieja metáfora del techo de cristal para las mujeres. Hay campos feminizados, es decir áreas en donde hay mujeres, sin embargo los mejores lugares ―las exclusivas, por ejemplo― todavía están en manos de los varones. Ese es un dato que hay que cambiar drásticamente, hay que cambiar el estatuto universitario, tiene que haber paridad ya.
Entrevista hecha por Cristina Pauli y desgrabada por Gabriel Di Battista.
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